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En Mayúscula es un sitio donde se plasman las realidades no ajenas a los avatares del hombre, mostrando en unas el juego absurdo de las mentes y en otras lo inverosímil de los miedos y fantasías con un tinte surreal y obstinado llevando al lector a un mundo de posibles.


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24 de abril de 2010

Mar de Quimeras


Como una rosa en medio del valle frío me hallaba ante los ojos de los cielos. Las razones me fueron transformando y el mar fluía sin importarle. Las razones del mundo inmisericorde se abalanzaban contra mi realidad. Y es que las realidades nunca son objetadas cuando trascienden; esto no lo pensaría Thomas Gradgrind, personaje de Dickens en Tiempos Difíciles. ¡Realidades!

La brisa no entorpecía mi abyecta meditación sobre el escenario de las redenciones. No encontraba mi corazón en aquél lugar tan esplendoroso. Tal vez se habría ido a las profundidades, tal vez no. No dudé en seguir buscándolo aún sin encontrarle. Pensaba que tal vez tenía miedo de hallarle. Pero es que no llegaría si no lo dejaba entrar. Y es la respuesta a todo: dejarle entrar. Y absorto ante tan majestuoso espectáculo seguía buscándole. Violentaba mi espíritu ante las inconformidades de mi ser. No dejaba espacio a la duda. Estaba empecinado en tomarle de la mano pero el viento me sacudía para evitarlo. Luchaba contra todo para sujetarle, pero las fuerzas se fueron desvaneciendo. El fragor espiritual se hizo notorio ante tal embestida, pero no dejaba de luchar. Hasta que por fin pude mantenerme en pie y avanzar en mi búsqueda.

Después de debatirme entre lobos y serpientes, la lluvia hizo su magistral aparición. El agua en mi rostro se tornaba mi placebo. La escena me recordaba un día de mi cumpleaños en el mar: lo mejor de todo fue la lluvia. Un hálito de paz me inundó al ver el agua venir sobre mi…mis ojos invocaban que no terminara nunca.

Pero la insaciable búsqueda no cesaba. Aún cautivado con aquél momento, mis ganas de llegar a Él y llamarle no se extraviaban en medio de la tormenta. Sabia que encontraría mi corazón a varias leguas de mi ser. Nunca me fallaría. Nunca me ha fallado. Tal vez fue por las fuerzas para mi camino. Y es que en el mar están todas mis fuerzas. Pero muy osado dejarme solo en medio de la nada. ¡Cuanto le hacia falta que no tardó en venir a mi! ¡Cuanto le extrañaba en medio de la tribulación! Y como un deja vu la inconmensurable paz había vuelto a mí.

Y así, después de volver todo a la normalidad desperté de otro sueño más. Se había vuelto recurrente este suceso que por mucho tiempo ha permanecido y ya no es inusual ver más allá de los sueños. En un segundo veo pasar todo…en un segundo me queda todo lo que soy: un mar de quimeras.

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