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En Mayúscula es un sitio donde se plasman las realidades no ajenas a los avatares del hombre, mostrando en unas el juego absurdo de las mentes y en otras lo inverosímil de los miedos y fantasías con un tinte surreal y obstinado llevando al lector a un mundo de posibles.


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29 de abril de 2010

Destellos en el Desierto


Cuando digo adiós vuelvo a tomar el camino de la cuarenta y tres y esta vez con sonrisas que salen desde el corazón. El crepúsculo de mis lamentos escapa ante el bullicio y el andar de las personas. Soy uno más entre ciegos y desalmados… soy otro más entre sollozos y temores: es el nefasto panorama que denotaba aquélla tarde de abril.

Al hacer esta reflexión empezaba el espectáculo. Una pareja de esposos salía de un casino con ínfulas ganadoras haciendo ademanes cual victoria en final. -El hombre, llevándose el cigarrillo a la boca, miraba al cielo pretendiéndolo culpar por quién sabe qué, mientras que la mujer ocultaba su tedio en el teléfono.-…esta era mi impresión mientras caminaba.

Por otro lado, los eventos que desembocaban en desfachatez incólume, entre comillas, estaban atestados por presas jóvenes sin compasión. Las figuras aquéllas se revolvían entre el sudor y el éxtasis propio de la cópula. Esa era mi ligera impresión mientras avanzaba.

Mas allá, la tarde se tornaba lejos de mí y la noche empezaba a hacer su aparición. Tal momento me llevó a pensar en Noelia: que se Abra la Pampa en medio de la cordillera para no morirme de frío mientras me cubres con tus palabras hechas rayos de sol. Al instante, el sol me despidió y llegó hasta donde ella. Se había impregnado en mi memoria aquella tarde. Era mi impresión en el fragor de mi corazón.

Aún así, caminaba y avanzaba en la cuarenta y tres con un millar de ideas en mi mente: las encuestas presidenciales, mi tumultuosa aridez existencial, mi usual cuestión de saber quién soy, practicar flamenco en la guitarra y no olvidar escribir este suceso. Todo este episodio duró cerca de treinta minutos. Los autobuses recorrían el sendero una y otra vez mientras mi vida giraba en círculos en mitad de la nada. Era el ir y venir, el entrar y salir, era el eterno retorno que calcinaba mi estoica voluntad delante la luna menguante…así, me había convertido en el perpetuo tiovivo de mis emociones.

Pero nada entorpecía mi caminar efusivo. ¡Ni una lágrima en mi rostro me haría desfallecer! Y es que los momentos como éste surgen de la insistencia por encontrarse con los detalles más ínfimos e inesperados de la vida y hacerlos parte útil de lo que somos. Llegaba a esta conclusión al pasar por el jardín de jazmines, y en un santiamén recordé una canción que se llama “Días y Flores”…cada que pasaba por ese lugar la cantaba mi corazón con extrema pasión. Era la furtiva impresión que me daba aquél aroma inmaculado.

Luego de pasar por el vivero Javier 83, la distracción se fue desvaneciendo al llegar al lugar indicado. Las sonrisas, la supremacía del poderoso, los miedos, las pasiones y el individualismo del ser, transformaban mi corazón y mi mente en los días en que sentía caerme. Es aún mi inconmensurable impresión mientras escribo en la luz de mi vida los apuntes que me llevarán a las respuestas. Desde el fondo…



1 comentarios:

Incógnito Opinó

Que nostalgia, es cierto que todos estamos ensamblados en un eterno retorno, volver por la circularidad del tiempo.
Suerte en todo.
Que bueno que te guste tocar flamenco en la guitarra, debe ser muy realizador
Saludos

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