Acerca del Blog

En Mayúscula es un sitio donde se plasman las realidades no ajenas a los avatares del hombre, mostrando en unas el juego absurdo de las mentes y en otras lo inverosímil de los miedos y fantasías con un tinte surreal y obstinado llevando al lector a un mundo de posibles.


Powered By Blogger

2 de abril de 2010

De Anomalías y Recuerdos - CAPITULO I -

La lluvia no cesaba y el caos se tornaba insospechado cuando el paraguas se hacía añicos en medio de nada. La brisa ininterrumpida zarandeaba los árboles y los autos susurraban prevenidamente para no chocar con la fuerza de la ventisca. Este era el panorama en el que se movía Juan para caminar hacia la inconmensurable paz que le daba el templo. Eran las 12: 45 AM cuando tal arrebato le llegó a la mente y no dudó en hacerse con jeans, unas botas y todo el valor necesario para salir a tan altas horas.

Un par de horas antes, cuando dormía plácidamente, tuvo una visión que lo dejó perplejo y sin aire. Se veía en otra ciudad, tal vez un lugar remoto nunca antes imaginado por él y se encontraba en medio de tanta gente extraña que lo miraba buscando consuelo o quien sabe qué. Él, sin ningún afán se acercaba a quien clamase su nombre, pero no comprendía cómo aquéllas personas sabían como se llamaba pero no le daba tanta importancia a ese hecho sumamente cuestionable en ese momento. Así, avanzaba y las gentes exclamaban con dulzura, “Aleluya, puedo ver, puedo ver” y otros, “Me he sanado de mi dolor”, y así, cuanto se le acercase encontraba la gente consolación en medio de tanta desdicha y desidia.

Esta visión lo dejó absorto mientras el aguacero empezaba a hacer estragos afuera. Fue ahí cuando se repuso, se dirigió a la cocina a por un vaso con agua para amainar una inusitada angustia que lo dejó pensando mientras bebía con furor aquella agua tan deliciosa que lo despejaba de una incertidumbre aterradora. No entendía lo que sucedía y con parsimonia se dirigió al baño y se enjugó los ojos mientras meditaba un centenar de cosas. Al terminar, se vio en el espejo y recordó lo que sucedía.

Un ligero escalofrío se apoderaba de su cuerpo al salir del baño. Afuera la lluvia sacudía cuanto fuera y la paz de aquél lugar se desvanecía en la medida en que no encontraba razones de la visión. Fue ahí cuando tomó la decisión de ir en busca de su guía espiritual a esa hora.

Aunque el Padre Daniel se iba tarde a la cama haciendo preparativos para el día siguiente y luego dedicaba un par de horas a la oración, esa noche inusualmente se sintió cansado y se fue a dormir.

Al llegar Juan al templo, contiguo a éste se encontraba una puerta que daba a la habitación del Sacerdote. Tocó Juan nervioso aquella desvencijada madera y se oyó como respuesta un trueno que lo dejó sin fuerzas y con el corazón a mil. Pensaba que era una señal inequívoca de que debía irse a su casa y olvidar tal impresión. Pensaba además que el Padre estaría roncando y no era propicia tanta alharaca en medio de esa terrible lluvia que no cesaba.

Pensó Juan en tocar otra vez la puerta pero esta vez lo haría con más fuerza, pero otra vez lo asaltó la duda. Levantó el brazo para dar el último golpe cuando de pronto se abre la puerta. Al ver Juan al Padre Daniel sus ojos se tornaron brillantes en medio de aquella obscuridad. Lo contrario le pasó al Padre: con pijamas y con cara de sueño se abrumó ante tal arremetida de Juan y exclamó mientras bostezaba ¡Qué te ha traído por acá a esta hora muchacho! , y Juan responde – Necesito hablarle Padre, es urgente, tiene que ver con esa seguidilla de sueños. Y el Padre con instinto paternal le deja seguir.

0 comentarios:

Publicar un comentario