Acerca del Blog

En Mayúscula es un sitio donde se plasman las realidades no ajenas a los avatares del hombre, mostrando en unas el juego absurdo de las mentes y en otras lo inverosímil de los miedos y fantasías con un tinte surreal y obstinado llevando al lector a un mundo de posibles.


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8 de abril de 2010

De Anomalías y Recuerdos CAPITULO IV

Hilda y el sacerdote miraban a Juan cómo susurraba sus inquietudes y cuestiones acerca del hecho divino del que era partícipe. Sosteniendo el rosario y a medio rezar se persignaba una y otra vez mientras Hilda se levantaba por más café.

El Padre Daniel retomó los hechos de aquella noche. Hilda le ofreció un taza a Juan pues lucía enfermo ya, y mientras lo preparaba por cosas de la vida rememoró algo que le había sucedido hacía cinco años; a sus escasos veinte había vivido las cosas de una de treinta y eso se evidenciaba en su rostro y mejor aun, en su alma.

Estando en la iglesia un domingo, vivió algo que le dejó el corazón marcado. Aunque su fe estaba aun enterrada e irreconocible, aquello la dejó en un mar de confusiones y dudando de ella. Hilda estaba acompañada por su madre y su hermano menor. El calor en aquella iglesia era agobiante y las alabanzas se confundían con el sonido de los abanicos de mano. El rostro de ella parecía extenuado y el alboroto crecía más y más. De pronto sintió un peso en su cuerpo que necesitó sentarse. No era el peso de su vida ni mucho menos el de sus vestiduras, no señor, era el peso de su inexpugnable alma que pedía a gritos volver a nacer. Pero ella no advirtió tal empresa y se reclinó para respirar en medio de esa mescolanza de gritos y alientos. Josué, su hermano menor, le preguntó si se encontraba bien y sólo asintió como queriendo decir olvídate de mi.

Entrando en silencio el lugar, logró reponerse del soponcio vivido. La madre le miraba compasivamente y se sentía feliz de que estuviese con ella. Mientras, Hilda recobraba su estado vital y de pronto se le dio por cerrar los ojos. La paz se tornaba inconmensurable y aquél lugar húmedo y fogoso se convertía ahora en una estancia fría y cómoda. No dejaba Hilda de exclamar en su interior lo refrescante que era estar en ese lugar. No existía el sonido en ese momento. No existía ella. El fragor de su corazón fue escuchado y mantenía la calma en sí. Vislumbró una luz que venía hacia ella que le hizo romper el alma. No podría describir tal esplendor y solo se dedicó a vivirlo. Una lágrima salía tímidamente mientras el torrente en la garganta esperaba por salir.

Ese momento de paz y de mucho amor duró mas o menos el tiempo de la homilía y al volver de todo ese éxtasis se repuso y miró al altar. El calor se apoderó de nuevo de Hilda y en su mente había un centenar de preguntas que jamás serían respondidas, pensaba ella.

Efectivamente, no serían respondidas hasta ese día. Juan ya se había repuesto de su impresión y el Padre Daniel revisaba y hojeaba el libro gordo buscando respuestas. Tal vez estaban las respuestas de Hilda en ese lugar. Y fue ahí cuando Juan decidió irse. Se levantó de la mesa y con furor se despidió. Llevaba el rosario en la mano y un rostro que delataba aun su poca fe. El asombro de Hilda fue efímero y el Padre suponía tal reacción normal.

Seguía el Padre Daniel revisando y revisando cuando Hilda le preguntó ¿Quién soy? ¿Qué me sucede? ¿Por qué estoy aquí? Mi vida no ha sido ejemplar y Dios… ¿Dónde está Él? El Padre se voltea y mirándole compasivamente cual madre, responde: en tu corazón hallarás todas las respuestas que necesitas saber, y es ahí donde se encuentra Dios. Yo sólo tengo una respuesta que te puede llevar a todas. Estás aquí por una fecha memorable para mí y es imprescindible para ti en estos momentos.

Nos ha unido la divina providencia para darte a conocer la luz que buscas en tu vida…para que entiendas lo importante que eres. Y justamente acabo de encontrarla. Hilda se incorporó a tales palabras y esperó que el Padre empezara la exposición.

4 comentarios:

francisca de la torre Opinó

hola, que tal?
gracias por visitar mi blog, ahora veré de qué se trata el tuyo.
Sobre lo de "promocionar", en los años que llevo ese blog y el otro que ya tiene más de dos años nunca he hecho promoción, ni mis amigos visitantes lo han hecho, el concepto es otro, nos visitamos y acompañamos de acuerdo a las disponibilidades de tiempo de cada uno, y nos felicitamos por lo que cada uno presenta, si aquello lo merece. Creo que es la mejor manera de convivencia en la blogósfera, aparte de mantener con humildad lo que cada uno hace.
Te invito a hacer lo mismo.

Cordialmente,

Silfredo Machado Opinó

Entiendo, soy nuevo en esto del blog y pues apenas empiezo a hacer público mi sentido narrativo.Otra oportunida de la net! Gracias...y lo de promoción, es conveniente si lo merece.Adios!

Anónimo Opinó

Me encantó la continuación!!!! Ya nos habías adelantado que Hilda ganaba protagonismo, y vaya que lo hace. Ese momento en la Iglesia está muy bien descripto, practicamente podés vivirlo en la piel de Hilda a través de tus palabras. Además estás abriendo más bifurcaciones misteriosas ¿ cómo es la vida de hilda? ¿Que sucedió desde ese momento en la iglesia? ¿por qué parece una persona que sabe de dolor y sufrimiento?; ¿que hará Juan, como continúa su historia?; ¿que otras cosas tiene el Padre para contar?... todas estas preguntas flotando alrededor del misterio central... y todo confluye en que el lector quiera saber más y más. Es decir que sólo ´puedo felicitarte, bastante bien escrito.
NOe!

Silfredo Machado Opinó
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